Bonnie ‘Prince’
Billy
1998
38 min.
I
Recuerdo que en alguna ocasión leí en una revista nacional
de rock una reseña de Antony & the Johnsons en la cual el autor de alegraba
de hallar en ese disco —I am a Bird Now,
si no me equivoco— alguien que sufriera más que él. Algo similar ocurre con el ya
clásico I See a Darkness, firmado por
el polifacético músico Will Oldham bajo uno de sus múltiples seudónimos (quizá
el más prolífico de éstos). Desde la portada es claro que el oriundo de
Kentucky no concibió el álbum precisamente en un lecho de rosas emocional. No
en balde la canción que le da título al LP fue interpretada poco después por
Johnny Cash como parte de su serie American,
junto a otros clásicos melancólicos de la autoría de Neil Diamond o Nick
Cave. Tampoco en balde el escritor Adam Brent Houghtaling destaca este álbum
dentro de su compendio This Will End in
Tears, un estudio y recopilación de lo más exquisitamente depresivo en el
mundo musical de occidente.
Entonces pues, estamos tratando
con un álbum de abolengo y reconocimiento; con un ente que debe responder a la
expectativa otorgada por la veneración recibida —tanto por críticos como por
músicos. No es una expectativa meramente analítica o estética, sino también
emocional. Al acercarse a éste LP con todo el bagaje a priori que ello implica, uno espera sentirse conmovido desde la
primera nota. Confieso no haberle prestado atención la primera ocasión que lo
escuché. Nadie estaba desgarrándose las vestiduras en las vocales, y los
instrumentos sonaban lánguidos mas apacibles. No me sentí llevado a ningún
paroxismo de tristeza, y por ende dejé escapar la oportunidad de escuchar las
sutilezas que ofrece I See a Darkness.
Las descubriría dos años después, junto con el verdadero mensaje del álbum.
Uno, de hecho, esperanzador —aunque no por ello menos desencantado.
Desentrañémoslo.