Escribir no es un juego. No voy a
venir aquí a decirles que he ganado el premio Cervantes, porque todos sabemos
que no es cierto, pero la verdad es que me precio de hacer esto bien. Cada que
lo hago, cada palabra se transfigura en una pieza, un ladrillo, algo que poco a
poco se acumula sobre el espacio blanco de una hoja hasta ser una idea concisa
—o un cúmulo de ellas. No siempre están completas o son muy brillantes, pero
eso es parte del encanto. Explorar; caer; levantarte. Sí, escribir es una cosa
así, fluctuante y hasta divertida, pero habría que ser muy ingenuo para pensar
que es sólo un juego. Imaginen que actúan en una obra: es entretenido, es
ameno, te permite expresarte de un modo libre, pero si en la noche del estreno
te quedas en blanco ante 200 personas, no habrá átomo en tu ser que considere
esa vergüenza un juego. Será una humillación; será un fracaso en serio. Es lo
mismo con la escritura —si te la tomas a juego nunca vas a llegar muy lejos, y
corres el riesgo de quedar expuesto ante el mundo como un cerebro menor, un perico
que articula sin comprender gran cosa. Escribir es vivir en palabras, nada
menos.
Partiendo de ahí se puede llegar a
la médula de mucha escritura superficial, pero no hay tiempo para tanto. Sólo
quisiera hablar de lo que a este blog le atañe, que es lo musical. ¿A ustedes
les satisface el periodismo musical “alternativo” de LifeBoxset o Sopitas.com?
¿Las reseñitas de los periódicos o los párrafos condensados de Rolling Stone?
Cuando comencé a escribir esta pieza entré al primer sitio web que mencioné,
LifeBoxset, sin saber que tiene una sección llamada “columnas”. Cuando la vi
por un momento pensé que podría ser un obstáculo para mi artículo, puesto que
si en realidad el sitio estaba permitiendo a los escritores hablar con libertad
y ambición de temas musicales yo no tenía de qué quejarme. Pero incluso estas
“columnas” duran 800 palabras en promedio. Y estos escritores no son Raymond
Carver; no es que posean la capacidad de decir millones de cosas en una página,
sino que sus artículos no miden lo que deberían. En cierta columna sobre Heavy
Metal, uno de los comentaristas reclamaba la omisión de bandas inamovibles para
la escena metalera en México, como Epica o Sonata Arctica. Es obvio: en 800
palabras sólo cabe Iron Maiden, Black Sabbath, Metallica y algún afortunado
más. Es como si estos columnistas no estuvieran escribiendo para cubrir su
tema, sino para cubrir su cuota.