NOTA: lo siguiente es un ensayo académico (o al menos eso creo); si se le piensa leer entero preparen una silla cómoda.
"La música
expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el
silencio."
Victor Hugo
"Anyway, rock criticism is below police reporting and
horoscopes in the literary hierarchy [...]"
Robert Christgau
Muy a menudo se le confiere a la música cualidades
etéreas, inefables, intocables. Los lugares comunes abundan: se dice que es el
más inaprehensible y puro de las artes, que ninguna palabra se le acerca, que
las esferas del universo vibran a ritmos musicales. ¿Pero no son todas esas
nociones, al fin y al cabo, construcciones verbales en sí mismas? Averiguar si
en verdad la música tiene más poder y alcance que cualquier otro arte sería un
proyecto inacabable además de infructuoso, puesto que al fin y al cabo todo
está sujeto a la subjetividad de quien experimenta la obra en cuestión. No sé
si la música pueda expresar cosas que otras artes no logren. ¿Pero podrán estos
otros artes o medios re-expresar a la música? Es decir, una vez que la obra
musical ya existe, ¿es posible que otro sistema semiótico —en concreto la
palabra escrita— logre reproducir y transmitir la experiencia musical a quien
no ha escuchado la pieza original? Esta cuestión, en su vertiente periodística
en vez de narrativa o poética, constituye un área intrigantemente poco
explorada por la comparatística, sobre todo considerando lo cercana que es a
nuestro panorama cultural diario. Y es que la crítica musical siempre está
presente; institucionalizada en forma de libros, blogs, revistas; llevando a
cabo un papel terciario entre arte y sociedad que sería imposible sin el uso de
ciertos métodos intermediales.